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domingo, 17 de marzo de 2013

Recibir un regalo cada semana.

Es lunes, empiezas la semana con desgana, te vienes abajo, tienes que ir a clase y la misma monotonía de la semana se repite una y otra vez. Esperas el fin de semana con locura, quieres desconectar salir de esa aburrida rutina y meterte en TÚ rutina, la que tú mismo has elegido para disfrutar. ¿y pensar que esa rutina placentera se podría convertir en algo más fuerte? de repente alguien aparece en tu vida, y por ciertos motivos los únicos días que puedes pasar con él son los fines de semana, vivís lejos el uno del otro, y aún es más todo el tiempo que se presenta entre los dos, no puede ser disfrutado al máximo. Ese impedimento hace que haya una chispa más y más grande que va creciendo de acuerdo a las inconformidades, y al final te quemas, no en un sentido literal, sino que esas ganas, esa necesidad de fin de semana es capaz de engancharte, de no soltarte de esa persona, los domingos se vuelven el peor día de la semana porque sabes que hasta la semana que viene no vas a poder verle, y los viernes al contrario se convierten en tu salvación. En realidad, lo que no puede demostrarte todos los días al no poder estar contigo, te lo demuestra en una mirada, sus ojos se cristalizan y te miran con satisfacción, la forma en que te mira se convierte en un regalo emocional, ante eso solo puedes sonreír, sonreír y pensar que merece la pena esperar siete días para recibir un regalo tan grande.

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